Tengo una foto de Usquil, el pueblo donde nació mi madre. Una foto de familia donde he descubierto mis ojeras. Las he visto en aquella mujer joven que mira a la cámara con un alo de tristeza. Creo que es una tía lejana, alguna prima de mi madre. Es la primera vez que veo mis ojeras en alguien. Mi madre no las lleva y las de mi hermana son hacia fuera en vez de hacia adentro. Que será que yo llevo de aquella mujer además de las ojeras? No lo sé, debe ser el misterio como capa y escudo. Una enorme timidez que a veces conduce a callar y estar ausente. Esta foto debe haber sido tomada como en los cuarentas en aquel pueblo del norte andino donde se fueron mezclando españoles aventureros e indígenas de ancestros Moches que jamás hablarían quechua. Por ahí nació Cesar Vallejo y como él los hombres sensibles de cultura autodidacta condenados a cargar la pena del mundo sobre sus hombros. Mi madre me cuenta sobre su niñez con tardes de lectura, música clásica y dibujo de paisajes. Mi Abuelo era director de la escuela del pueblo. Mi abuela organizaba el dinero, las rentas, la familia. Aurora Núñez y Teofilo Pérez. Nunca los conocí pero siento sus historias muy cerca porque mi madre ha venido a ser aquella mujer madre y padre con la que a pesar de todos los años que nos llevamos podemos siempre descubrir una humanidad afín, un cuestionamiento político e intelectual que se comunican tan bien. Sin embargo quisiera algún día poder hablarle sobre la sexualidad. Porque no sé si ella alguna vez la ha sentido como yo. A lo mejor eso es lo que me conecta con la anónima mujer de la foto que lleva mis ojeras. Ahora pienso que tal vez la ausencia de mi padre ha sido lo que me ha hecho conectarme mas con Usquil. La ausencia de la madre de mi madre que murió cuando ella tenia 10 años en cambio hizo la presencia de su padre mas fuerte. Como si la figura paterna viajó de mi abuelo a mi madre haciendo prescindible la del mío. A veces agradezco la ausencia de mi padre porque de esa forma he sido mas libre con las relaciones de pareja. Tal vez a mi madre le ocurrió lo contrario. Cómo saberlo. El hecho es que ahora mas que nunca me aferro al misterio de la ojeras Usquilanas y la melancolía andina de Usquil donde el atardecer parece un incendio. Uno puede sentir que esta viendo al sol estrellarse en el mar y explotando de amarillos y rojos en esa lejanía que se ve desde lo alto. Un pueblo en la punta del cerro. Ese es Usquil. Un día recorrí a pie el trayecto que mi abuelo hizo al llevarse a mi abuela a vivir con él a Usquil desde el pueblo de Charat. Ahí donde mi bisabuela fue alcaldesa y mulata. De la que herede el color moreno. Busque su casa y su historia comiendo choclo con una pareja de viejitos que habían conocido a mi abuela Aurora. Pero las ojeras yo creo que son Perez. O quien sabe. Lo que si es que por ellas algunos piensan que vivo cansada o que he llorado mucho. Para mis amigos de la India es algo que ni se cuestionan. Yo ya no las percibo casi. Pero no puedo dejar de recordar el misterio que surgió en mi al verlas en un rostro ajeno posando frente a los eucaliptos de Usquil. Será la necesidad de saber quién soy ahora que dejo que los instintos me lleven sin juzgarme y trato de no mentirme y sin embargo miento tanto? Sera que ahora que estoy tan lejos de Usquil me siento mas perdida que nunca? Las ojeras aquellas se sintieron como un ancla de mi alma. Que me llamaron a anclar mi humanidad animal. A la necesidad de reposar mis ojos en un paisaje de incendio en el cielo y sentirme yo sin explicárselo a nadie. Sin embargo aquí vengo con la explicación.